Criaturas fenomenales

Edición a cargo de María Angulo Egea y Marcela Aguilar Guzmán

La cronista es una criatura fenomenal. Su escritura está siempre en tránsito. Su mirada en tensión para llevar la experiencia propia y ajena al relato. Devora las formas de la literatura y sus géneros para narrar una realidad que también cambia cada a cada instante. Se arriesga y viaja, tantas veces de forma precaria, allí donde el interés de otros periodistas no llega. La cronista atiende a la palabra de quien migra, cuida, limpia; de quien ha sido violada, secuestrada, golpeada; de quien hace memoria de todas ellas y de quien encuentra en el feminismo una forma de intervenir el mundo.
María Angulo Egea y Marcela Guzmán Aguilar han rastreado el campo de la crónica hispanoamericana en su busca y han reunido en este libro a veintiuna voces de veinte países. Las escritoras que conforman este volumen han nacido después de 1980 y han publicado sus textos en pleno siglo xxi. Pero no son nuevas por ello sino porque, como escribe Gabriela Wiener en el prólogo: «Son las que están aquí las que trajeron los nuevos temas, los nuevos aires, los nuevos cuerpos, los nuevos horizontes, las nuevas luchas, las nuevas palabras, las que siguen empujando la puerta fría, las que han acampado en el extrarradio».

«Lo que hacen Angulo y Aguilar estaba por hacer. La compilación de crónicas de mujeres: voces, cuerpos y horizontes nuevos y disidentes. Cómo es posible que no se hubieran recopilado antes. La historia sin ellas solo sería la del poder». _ Patricia Almarcegui

«El libro que necesitábamos para continuar con una reparación histórica a partir de la ferocidad de las palabras. Una antología imprescindible». _ Lucía Lijtmaer

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Primera edición: marzo de 2023
Género: crónica
ISBN:978-84-17496-74-6
PVP: 22,5 €
Formato: 14 x 21 cm. | rústica con solapas
Páginas:  324

Me llamo Andrea Isabel Ixchíu Hernández, soy una muchacha k’iche’ poco convencional en mi municipio, tengo de mascota una gata, se llama Nube, y un R2-D2, el robot simpático de Star Wars, estudio para ser abogada y soy lectora empedernida. Toco la batería y canto, alguna vez tuve una banda de rock y alguna vez me fracturé un brazo por andar en patineta. Cuando tengo un poco de plata suelo organizar conciertos y festivales, así me hice gestora cultural y visible en Totonicapán. Los caminos del rock and roll me llevaron a trabajar en la defensa del territorio.
He crecido en un ambiente colectivo, comunitario, de servicio y de protesta. Y ahora, también, soy la autoridad del bosque. Hace un mes, a mis veinticuatro años, la zona 2 urbana del municipio de Totonicapán, donde vivo, me encomendó presidir la junta directiva de recursos naturales de los cuarenta y ocho cantones. Mi misión es proteger este lugar por un año. Es un gran honor y una gran responsabilidad. Sobre todo porque es la primera vez en la historia de esta organización indígena que dan el puesto de presidencia a una mujer, joven y rockera.

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