La pandemia, el asalto al capitolio de los EE.UU, el auge de la extrema derecha en Polonia y Albania, el avance talibán en Afganistán o el volcán de La Palma. La actualidad no deja de dar razones para alimentar un sentimiento fatalista de lo que está por venir, inspiración tanto de memes irónicos como de tertulias en las que se debate con toda solemnidad si vivimos o no en una distopía. No vivimos en una y muchos de los elementos que se tachan comúnmente de distópicos no lo son. Sin embargo, vivimos tiempos influenciados por la distopía.
Cada día aparecen nuevos best-sellers y blockbusters empeñados en dibujar futuros atroces y su éxito no tiene precedentes. The Guardian informó el 17 de septiembre de 2019 de que Los testamentos (Atwood, 2019) había vendido en cinco días más de cien mil copias en Estados Unidos. Traducida a cincuenta y cuatro idiomas, la trilogía Los juegos del hambre (Collins, 2008) lleva vendidos más de cien millones de ejemplares, sin contar los de la precuela, Balada de pájaros cantores y serpientes (Collins, 2020). La versión cinematográfica del primer volumen de la saga recaudó la nada despreciable cantidad de setecientos millones de dólares. Cuantías similares engalanan las novelas Divergente (Roth, 2011) y, algo por debajo, El corredor del laberinto (Dashner, 2009). Tras la llegada a la presidencia de Donald Trump, 1984 (Orwell, 1949) batió récord de ventas.Su apabullante popularidad se suma al de ciertos discursos científicos, políticos y filosóficos afianzados alrededor del miedo. El diagnóstico que ofrecen proyecta un horizonte sin alternativas donde resulta más sencillo imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Contra la distopía es el primer libro consagrado específicamente a cuestionar la distopía y su influencia en el imaginario político y colectivo.Una de las tesis que Martorell apunta es que el miedo, la inseguridad y la impotencia de los ciudadanos para intervenir en la política confluye con la abundancia de relatos distópicos para favorecer un cierre ideológico que dificulta pensar de manera propositiva.
Pensemos en las revoluciones que abundan en las distopías. Son tan ambiguas e ideológicamente indeterminadas que tanto un anarquista de izquierdas como un libertario de derechas puede verse apelado por ellas. Y todo ello cuando los movimientos revolucionarios no acaban convertidos en regímenes totalitarios o, sin más, retratados como actos embrutecedores, frustrantes o traicionados por sus propios auspiciadores. «La invitación inicial a participar de la política es reemplazada finalmente por el sermón despolitizador de que solo hay que confiar en uno mismo y en los seres queridos», apunta Martorell al hilo del fondo reaccionario de muchas distopías. Los relatos distópicos no solo incentivan la desmovilización y el derrotismo o la adopción de un tipo de activismo defensivo, centrado en la queja y la denuncia. También actúan sobre la manera en la que percibimos el presente al subrayar y filtrar todo aquello que es negativo para ofrecer una refutación del progreso que no tiene en cuenta las conquistas o avances positivos.
Mientras tanto, la imaginería distópica ha sido fagocitada y mercantilizada y con ella sus símbolos y gestos. En 2019, la influencer y multimillonaria Kylie Jenner montó una fiesta temática de El cuento de la criada en la celebración del cumpleaños de la modelo Stassie Karanikolaou. Disfrazadas con las túnicas rojas, las invitadas posaron sonrientes y compartieron los selfies en las redes sociales. También muy comentado fueron los paseos nocturnos y canallas que Froilán se daba por Madrid con la máscara de V de Vendetta. Ambas anécdotas le recuerdan al autor a 15 millones de méritos, el capítulo de Black Mirror en el que se hace evidente «la pasmosa destreza del capital a la hora de apropiarse y sacar rédito de los discursos opositores, de “metabolizar la retórica anticorporativa y vendérsela nuevamente a la audiencia como entretenimiento”».
Después de Soñar de otro modo. Cómo perdimos la utopía y de qué forma recuperarla el filósofo y crítico cultural Francisco Martorell Campos vuelve sobre la historia de la literatura para traernos una original guía introductoria a este género de moda. Las páginas de Contra la distopía recorren sus principales escuelas, temáticas y clichés. El viaje va de los textos fundadores a hitos contemporáneos como Matrix y V de Vendetta. De las rarezas más desconocidas a Los juegos del hambre, El cuento de la criada y Black Mirror. De los clásicos de Orwell, Huxley y Bradbury a las distopías reaccionarias escritas en la Segunda República. Martorell suministra herramientas para seguir disfrutando de la distopía, pero ahora con mirada crítica e informada. Su conclusión es clara: solo conseguiremos una sociedad distinta y mejor si complementamos las historias inspiradas en nuestros temores con historias inspiradas en nuestros deseos.
Lee los primeros capítulos en Babelia (El País)Hoy, El País adelanta algunas páginas del libro. Puedes leerlas aquí