El fracaso de lo bello

Lo bello está siempre enfrente, en todas partes, a todas horas. Se extiende sobre los cuerpos, el ocio y las pantallas hasta saturar nuestro campo de visión. Lo buscamos con avidez y lo encontramos como una segunda piel que define nuestra forma relacionarnos con lo real. Somos indulgentes con la belleza. Cuando algo es bello o está estetizado, somos proclives a perdonar sus faltas.

Si ante lo que está estetizado, y el capitalismo es una máquina perfecta de estetización, miramos desinteresadamente dejamos de ver en las cosas su condición de producto, su origen, su ideología y la violencia que se ejerce en torno a ellas. Contra el exceso cegador de un mundo completamente estetizado, Pablo Caldera reivindica una mirada que atienda a sus sombras, sus vacíos y sus lapsus. Una mirada antiestética que vaya más allá del placer desinteresado de la contemplación que, como ya apuntó Nietzsche, solo conduce a la crueldad.

El fracaso de lo bello analiza el cansancio cultural que provoca un entorno saturado de contenido y da cuenta de la lenta muerte de la crítica. Pablo Caldera se pregunta por los espacios y la función que le queda al oficio de la crítica cultural, carcomida por la precariedad y sin margen para desligarse del ritmo que impone la industria y su incesante producción de novedades. La alternativa que propone este libro es un tipo de crítica ágil, capaz de evidenciar los puntos ciegos de la estética e identificar los síntomas de la cultura contemporánea.

Pablo Caldera propone tipo de discurso capaz de detectar en el cine reciente un tipo de espectador pasivo que no se inmuta ante lo que lo que el autor llama «crueldad inyectada», un concepto «que incide en la diferencia entre representar la crueldad y performarla, entre ver la crueldad y crearla, entre la imposibilidad de no ser cruel y la necesidad de serlo». Una manera de mirar y pensar lo suficientemente audaz como para ver la ideología que esconde un osito de peluche: «Un peluche difícilmente puede dejar de significar: está irremediablemente relacionado con lo sentimental y con la infancia, con la ternura y la memoria. El peluche camufla todos los atributos violentos, fuertes o peligrosos del animal que quiere representar mediante la adhesión a formas estéticas que producen sosiego y cercanía. La belleza sirve de coartada.»

Con una prosa imaginativa híbrida entre la teoría, la sátira y la fabulación, Pablo Caldera da forma a un primer ensayo fundacional que revitaliza la manera de pensar y escribir sobre el arte y el cine.

Eloy Fernández Porta, claro referente de El fracaso de lo bello, escribe en el prólogo: «Ahora, cuando el Ártico se deshiela y el panorama de contemplación que nos rodea se transforma en un limbo entre lo analógico y lo digital –entre lo político y lo pospolítico–, se hace tanto más necesaria una inflexión como la que se presenta en este libro, que muestra los vacíos de la disciplina y “los espacios en blanco del gusto común”».

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