Bedroom safari. Una antropología de la vida cotidiana

_ Alejandro Pérez-Paredes

Una casa es un santuario. En sus estancias, igual que sacerdotes de un culto doméstico, ejecutamos las rutinas de cuidado sensorial que nos permiten ser felices. Cada vez que ponemos una lavadora, celebramos la tradición de la pizza dominical, dejamos la luz encendida antes de salir o desparejamos un calcetín de colores, rendimos homenaje a los dioses del hogar. Nunca estamos solos: los ángeles nos deslumbran con su luz celestial cuando abrimos el frigorífico, las plantas murmuran una oración fotoquímica nocturna y los duendes, ocultos en los cajones, nos roban las llaves y el reloj. Como un etnógrafo en su propia casa, Alejandro Pérez-Paredes nos invita en este ensayo a mirar de cerca los milagros mínimos del día a día y a emprender una travesía mágica hecha de rituales diminutos, gestos maravillosos y objetos encantados que, de manera inconsciente, nos dotan de coherencia existencial y nos entrelazan con el mundo.

Escrito con rigor e imaginación poética, el autor recupera la idea antigua de oikeiôsis para hablar del impulso que nos lleva a familiarizarnos con el entorno. Vuelve a ella reformulada como hacer casa, solo que en estas páginas los límites de la casa se expanden hasta abarcar la totalidad del cosmos. Y al hacerlo aparece la urgencia de una mirada antropológica nueva. Una que exige otra ética capaz de pensar la vida humana como una hebra más en el gran ecosistema que compartimos con los objetos, las fantasías, los símbolos y las plantas.

«Una verdadera enciclopedia de la vida cotidiana, tan erudita como sensible. A Perec le habría encantado». _ Eloy Fernández Porta

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Primera edición: mayo de 2025
Género: ensayo
ISBN: 979-13-87713-00-3
PVP: 19,9 €
Formato: 14 x 21 cm. | rústica con solapas
Páginas: 204

«Si me corto el pelo de esta manera, pasará esto»; «si me pongo esta ropa, lo otro»; «si ordeno de nuevo mis muebles, si cambio todo de lugar, podré empezar de cero»; «quizás, si tiro todo a la basura, me olvidaré para siempre de este asunto»; «y esta pulsera que me regaló una amiga seguro que me protege». No tiene nada raro, tenemos razón en pensar así, puesto que la eficacia simbólica del hacer casa está en marcha a través de uno de sus agentes más valioso: la imaginación. Si un indígena de otra cultura pudiera acceder como etnógrafo al hogar occidental, sin duda corroboraría su marcado carácter místico. Esta imagen, que nos retrata como indígenas en pijama, no debe resultarnos ni más ni menos extravagante que la de Malinowski enfundado en sus botas atravesando la Melanesia. La utopía racionalista, diseñada por los economistas neoclásicos, es una quimera política que con su anorexia cercena nuestras vidas hasta la humillación más absoluta: la magia, la puesta en práctica de la imaginación, es uno de los primeros pasos del hacer casa.

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