El momento de maquetar los ebooks suele llegar en un punto de bastante trajín. El libro se ha entregado a imprenta, uno se encuentra inmerso en la redacción de la nota de prensa y muchas veces hasta incluso se ha iniciado el cortejo a algunos periodistas a los que el asunto puede interesar. Suelen ser unos días críticos. Se duda de todo y se tienen pesadillas en las que el autor te pide cuentas porque hay una errata en la portada. Luego todo pasa porque aunque las erratas son irreductibles -las últimas en abandonar el barco, según parece que dijo Manuel Seco- nunca se ha dado un caso así.
En medio de todo eso se maquetan los ebooks y está bien. Es algo relajante que devuelve la confianza en el texto, aun cuando algunas autoras lo ponen difícil. Lo más engorroso de maquetar son, sin lugar a duda, las referencias: las llamadas a final de texto o a pie de página. Es más: aún recuerdo el sistema de citas dobles, con letras y números, que a Elizabeth Duval le dio por usar en Después de lo trans.
Con los ebooks de la colección bastardilla se da una curiosa paradoja. A pie de página, de Fernando Castro Flórez no tiene ni una sola nota a pesar de su confesa devoción por las mismas -gracias, Fernando: en media mañana lo tenía maquetado- mientras que Luna Miguel, en Leer mata pone casi tanto texto a pie de página como en el resto del libro.
Amantes de los unos y los ceros, lectores digitales o amigos interesados en el libro allá donde la distribución en papel no llega, ya podéis leer también Leer mata y A pie de página en ebook.