El regreso de las modernas

El regreso de las modernas

Las hermanas mayores del feminismo de hoy.

Las Sinsombrero, nuestras autoras inciertas, han vuelto. O mejor dicho: la disidencia y modernidad que demostraron las pioneras del feminismo español hace un siglo —Maruja Mallo, Rosario de Velasco, Marga Gil Roësset, María Zambrano, María Teresa León, Josefina de la Torre, Rosa Chacel, Ernestina de Champourcín, Concha Méndez, Elena Fortún, Victorina Durán o Ángeles Santos— cobran hoy un sentido nuevo.

Con un estilo original y repleto de guiños culturales —de Nada a Bernarda Alba, de la teoría del armario al mito de Carmen o la pecadora Eva—, la catedrática y ensayista Nuria Capdevila-Argüelles reinterpreta el siglo xx español desde una perspectiva de género para llegar a una conclusión: nuestras modernas no están muertas. Son los fantasmas producidos por nuestra tensa modernidad. Y vuelven para que entendamos su rebeldía a la luz de la Historia. Para que las exhumemos del olvido al que fueron confinadas por la narrativa oficial. Aquella para la que, como escribió Carmen de Burgos, «era menos deshonroso tener un sobrino en la cárcel por falsario que una sobrina obrera o actriz».

Las modernas regresan para que recuperemos a nuestras «hermanas mayores», las referentes culturales del feminismo español, cuya nueva subjetividad aterrorizó al patriarcado de su época, que las recluía en psiquiátricos, y que sigue incomodando al de estos tiempos.

«Si los escritores españoles forzados al exilio perdieron su patria, ellas sufrieron una doble penalización, por ser víctimas también de la indiferencia y la desconsideración».

Elvira Lindo, en el prólogo.

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Primera edición: noviembre de 2018
Género: ensayo
ISBN: 978-84-17496-16-6
PVP: 13,90 €
Formato: 14 x 21 cm. | rústica con solapas
Páginas: 144

La decencia, como el césped, no se pisotea. Y, en relación a las buenas costumbres de siempre, la mujer, en un mundo en el que llegaban ecos de cambios, era como un niño en el parque de la sociedad y de la nación, siempre a punto de pisar donde no debe y necesitado de supervisión adulta. La moderna que avanzaba y cuyo tipo humano era, por definición, anti-tradicional tenía de seguro la intención de pisotear la decencia, ingrediente básico del españolismo. Y quien pisa la decencia paga por ello.

 

 

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