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Memeceno

La era del meme en internet

 

Las edades del meme, por Álvaro L. Pajares

Existen imágenes que son memes. Existen vídeos que son memes. Hay microcelebridades de internet que se han hecho famosas por haber aparecido primero en memes. Existen políticos meme y partidos que memeízan su lenguaje. Hay géneros musicales que comenzaron siendo un meme e incluso filósofos que hablan buscando que alguien saque sus declaraciones de contexto para convertirse en memes. Pero ¿qué es un meme? Responder a esta pregunta genera cierta inquietud entre sus críticos y entusiastas.

En 1976 el biólogo Richard Dawkins acuñó el término meme para referirse a los rasgos culturales adquiridos mediante procesos evolutivos de copia e imitación. Dawkins, un darwinista convencido, creía en la posibilidad de extrapolar la teoría de la selección natural a otros campos ajenos a la biología. De esta forma, creó la palabra como un análogo cultural del concepto biológico de gen. Mientras que la naturaleza evolucionaba por procesos de mutación genética, la cultura lo hacía por la replicación y expansión de comportamientos o ideas que se extendían viralmente de cabeza en cabeza. El arte, la ropa, el humor o cualquier forma de cultura que conocemos existe porque el ser humano la ha copiado y replicado en el pasado hasta traerla viva al presente.

Con la aparición de internet, los primeros cibernautas observaron que ese mismo proceso se daba con las imágenes y vídeos que saltaban de ordenador a ordenador hasta desvincularse de su origen. La metáfora biológica de Dawkins comenzó a dar nombre a un tipo de contenido propio de los primeros foros y webs donde poco a poco se iba formando una cultura underground a golpe de emoticonos, gifs y vídeos de gatitos. La primera referencia al concepto meme en internet data de 1990. Mike Godwin compartió en varios grupos de discusión de la red Usenet lo que se terminaría conociendo como la ley de Godwin: un diagrama donde se veía cómo la posibilidad de que Hitler apareciera en la conversación en el foro iba aumentando a medida que esta se alargaba en el tiempo. Aunque la idea en sí tenía el carácter irónico y autorreferencial con el que en este tipo de comunidades se celebran las bromas internas, Godwin quería concienciar a los foreros de la intranet de la importancia «de controlar el tipo de memes que circulaban por la página».

A pesar de la distancia que nos separa de las teorías de Dawkins y Godwin, ambas se siguen citando hoy en todos los estudios sobre cultura de internet. ¿Cómo han evolucionado los memes desde entonces? Tuvieron que pasar treinta y siete años desde que se acuñara el término para que Richard Dawkins dijera algo sobre «los memes de internet», un concepto que le parecía «un secuestro» de su idea original. Pero ya era tarde: en 2013 el meme estaba inevitablemente ligado a las redes. Era un producto cultural más dentro del capitalismo de plataformas; uno muy codiciado por su potencial viral. Hoy, influencers, grandes marcas y artistas quieren una porción de su magia. Su capacidad para persuadir a las masas y sintetizar ideas lo ha convertido en objeto de deseo hasta de los partidos políticos. Y también ha servido al periodismo para explicar fenómenos como el auge de la ultraderecha, el repunte misógino reactivo al feminismo de cuarta ola o incluso la aparición de un nuevo discurso terapéutico durante la crisis de la pandemia.

Desde esta perspectiva, los ensayos de este libro se abren al estudio de una era en la que el meme inundó internet y cambió nuestra cultura para siempre. Después del descubrimiento y la colonización del ciberespacio en los noventa, este fue el tiempo de la masificación de internet, en el que la red se sobrepobló y conoció sus propios límites, y en el que el optimismo y la confianza en las posibilidades de esta nueva tecnología volvieron a dar paso a la nostalgia.

 

Han pasado casi cuatro décadas desde que la primera gran compañía de la web AOL, America Online, lanzara en 1985 su primer servicio de suscripción en Estados Unidos. Sin embargo, en los márgenes de la web 3.0 se acumulan los restos de ese relato colectivo de aquel internet: el copypasta, los emoticonos, las comunidades de redes P2P con sus películas ripeadas; la programación en JavaScript, el Flash Player. O los primeros foros en portales de compañías hoy extintas como Yahoo!, Terra, Lycoos, MSN o Netscape.

Todo esto es hoy basura digital que se acumula soterrada en algunos de los centros de procesamiento de datos más grandes del mundo. Como la Ciudadela, una instalación de dos millones de metros cuadrados construida en el desierto de Nevada, capaz de almacenar información en el orden del exabyte y diseñada para afrontar los retos que la digitalización de la vida traerá en los próximos cien años. O el de Hohhot, en la región de Mongolia Interior. Construido por el Gobierno chino durante la carrera por el 5G, cuenta con un centro de computación en la nube, oficinas y alojamiento tanto para el personal como para los 200 000 servidores que sustentan todo el sistema de telefonía chino.

En estos centros se librarán las batallas más importantes del siglo xxi. Y, para bien o para mal, allí también quedará olvidada una gran parte de la cultura de nuestro tiempo. Los niche memes, el Technoviking, Pepe. Sepultadas bajo teras y teras de información, cada una de estas reliquias es testimonio de una era de internet. De cultura de nicho a moneda de cambio en el capitalismo de plataformas, los memes ilustran a la perfección la evolución del medio: la llegada de las redes sociales; la democratización a través del consumo; la unificación de la web 2.0., y la lenta cancelación de la última gran utopía del ser humano: el ciberespacio.

Contenido ultraprocesado. Entretenimiento de consumo rápido. La naturaleza híbrida del meme, mezcla de texto e imagen, nos habla también de nuestro tiempo. Su éxito radica, en parte, en proponer una solución económica al inevitable desequilibrio entre la inabarcable inmensidad de información que internet ofrece y nuestra finita capacidad para procesarla. Esta solución es también el síntoma de una derrota y una renuncia a imaginar otra forma de crear fuera del capitalismo.

Lo que viene a continuación es una historia alternativa de internet que, a través del meme, se aleja de algunos de los lugares comunes con los que tradicionalmente se ha narrado. Esta cronología describe el nacimiento de una contracultura que, a pesar de su fugacidad y resistencia a ser definida desde fuera, murió de éxito. Desde las cadenas de spam en los correos de empresa hasta la aparición del microcontenido en TikTok, un viaje en el tiempo a lo largo y ancho del Memeceno.

 

La historia del meme en internet

El periodo comprendido entre 2006 y 2020 está considerado la edad dorada del meme en internet. Al principio del siglo xxi el meme era simplemente un elemento más de entre los muchos que existían en la cultura de los foros, pero con el tiempo, la manera en que los percibimos y usamos ha ido cambiando radicalmente.

Durante la década de 2010, la cultura de internet alcanzó un punto de efervescencia y de reconocimiento dentro del mainstream que la forzó a expandirse. Esto, unido a las grandes transformaciones tecnológicas y al cambio de paradigma en la comunicación política, provocado por el ascenso de la ultraderecha, convirtió el meme en uno de los fenómenos culturales de la década.

La popularización de la cultura de internet en nuestro tiempo puede verse como la relación histórica entre dos fuerzas provocadas por un nuevo ciclo económico en el ciberespacio: los antiguos pobladores de la web 2.0 y los nuevos usuarios de la red social, llamados normies por los anteriores. La tensión entre ambos grupos generó una territorialización continua de los espacios a lo largo de la década e hizo cristalizar una imagen de internet que se convirtió en predominante dentro de la cultura pop.

 

En sus comienzos, los protomemes eran tan solo una pieza gramatical dentro del entramado en hilo del foro. Algunos de los memes más famosos de los 2000 como «One does not simply walk into Mordor», «It’s a trap» o «Blue pill, red pill», eran simplemente capturas de frases descontextualizadas procedentes de películas como Matrix, Star Trek o El señor de los anillos y sirvieron en gran medida para alimentar el espíritu de camaradería dentro de la web 2.0. Formaban parte de la estructura conversacional de las páginas y, al igual que las mejores punchlines de las sitcoms de los noventa, necesitaban encontrar su momento y su lugar dentro de un diálogo para ser efectivas. Entrabas en los foros con un nickname, leías las publicaciones e intentabas pensar algo aún más ingenioso que todavía no se hubiera dicho. Con el tiempo se establecían entre los usuarios palabras clave, referencias que hacían alusiones a bromas internas que solo se entendían si habías pasado muchas horas dentro de la comunidad.